Hubo carreras hacia uno de los fondos, alarma general y el portero del Cádiz, Ledesma, a la carrera tomando un desfibrilador del banquillo del equipo azulgrana para entregarlo a los médicos de la Cruz Roja que rodearon a un aficionado local.
Un hincha de edad avanzada, se confirmó, había sufrido un problema cardiaco, un infarto, y el fútbol había pasado a segundo plano, con los servicios sanitarios intentando reanimar al afectado y la presencia urgente de un cardiologo que se encontraba en el estadio. Durante más de media hora se intentó reanimar al afectado con un masaje cardiaco y finalmente se le retiró de su posición del graderío, que había sido vaciado, con una camilla.
Finalmente, tras confirmarse que el aficionado había sido evacuado y, según palabras del presidente del Cádiz había sido llevado en ambulancia al hospital «tras recuperar el pulso y poderse estabilizar», se anunció que el partido se reanudaría hasta su finalización.
Desde que se paró el encuentro y hasta que se volvió a jugar los minutos restantes transcurrió más de una hora durante la que los futbolistas permanecieron en el terreno de juego, mostrando su preocupación por el suceso, y ejercitándose durante los quince minutos anteriores a que el árbitro decidiera reanudarlo.