No hablaremos de deportes de motor, no, sino de esas revoluciones que se están planteando en los últimos tiempos dentro del mundo del deporte y, principalmente, en el fútbol. No serán ni la francesa ni la rusa, grandes estandartes de cambios sociales, sino otras más pequeñas pero que pueden traer grandes cambios.
La primera nos pilla más lejos, aunque es de nuestros vecinos franceses, que apar
te de que el presidente de la Federación Francesa está siendo investigado por un asunto sexual, la misma ha tenido que plegar velas ante la insistencia de Mbappé en negociar sus derechos de imagen dentro del equipo nacional.
La FFF no tuvo más remedio, hace unos pocos días, que acordar negociar los derechos de imagen de sus futbolistas para, me imagino, pagarles más cuando se utilicen estos al representar a los bleus.
Conseguido el éxito de sentar a la Federación a la mesa de negociación, Mbappé ha reaccionado con celeridad, manifestando que no es solo para él, sino para todo el equipo. Lo extraño es que solo él salía en prensa (o a través de sus asesores) para reclamar el respeto a sus derechos. Los demás, agazapados, van a tener ahora el éxito económico que su líder ha abanderado.
Siempre ha habido gente que se ha aprovechado de la audacia de los aventureros.
Lo extraño es que nada se diga de los clubes, los empleadores de esos jugadores, a los que se les priva durante muchas semanas al año de sus activos
, sin que se les retribuya, salvo unos 8.000 euros por día y por jugador en las fases finales de las competiciones internacionales. ¿Quid entonces de los derechos de imagen que pertenecen a los clubes y que utilizan las federaciones a través de sus jugadores? Mbappé y los suyos van a conseguir algo, o mucho, pero los clubes se quedan al margen. ¿Otra revolución a iniciar?
Y, ya en casa, tenemos el asunto de las 15 jugadoras seleccionables del combinado español femenino (luego con apoyo de otras) que escribieron a la RFEF su deseo de no ser seleccionadas
mientras «no se revirtiera una situación» en la que se está ahora y que «afecta a su estado emocional y personal». A mí me hubiera gustado menos eufemismos y una buena dosis de transparencia. ¿Qué pasa en la selección española? Que se diga y que podamos todos saber y, si hay que actuar en consecuencia, se hace.
Pero este toma y daca no nos enseña las cartas y es lo que habría que saber.
Dicen las jugadoras que no piden la destitución del seleccionador Vilda, pero tampoco nos dicen qué hay que hacer para ‘revertir’ la situación y volver a un estado emocional propicio para jugar de nuevo con España. Pequeña revolución esta pero que es una pena que no se conozcan los entresijos, ahora que el fútbol femenino estaba siendo más visible. Esto, creo, no ayuda a crecer. Mbappé fue claro: ¡más dinero! Como cantaban los Ronaldos a su papá. Pero aquí no se ve tanta claridad…
En fin, pequeñas o grandes revoluciones que hacen que este otoño empiece caliente.
Mientras nos empezamos a tapar (tras los sofocos veraniegos), llamo la atención sobre el libro de Mary Lawson ‘Un pueblo llamado Consuelo’, un pequeño lío en un lugar en el que estaría bien que hubiera una minirevolución… Que lo disfruten.